lunes, 6 de abril de 2020

Isaías, el evangelista de los profetas

En la Pasión del “Siervo de Dios” describe al Cristo proféticamente con la más sorprendente claridad.

Aparece en el año 740 (A.C.) predicando en Jerusalén, lugar de su nacimiento.
Ningún otro profeta vio con tanta claridad al futuro Redentor, y nadie, como él, recibió tantas ilustraciones acerca de la salud mesiánica, de manera que San Jerónimo no vacila, en llamarlo “el Evangelista entre los profetas”.



Yahvé, el Señor, me ha abierto el oído;
y no fui rebelde, ni me volví atrás.
Entregué mi espalda a los que me herían,
y mis mejillas a los que me mesaban la barba;
no escondí mi rostro
ante los que me escarnecían y escupían.
Pues Yahvé, el Señor, es mi auxiliador;
por eso no he sido confundido;
y así he hecho mi rostro como pedernal,
y sé que no quedaré avergonzado.
Cerca está el que me justifica.
¿Quién quiere contender conmigo? ¡Presentémonos juntos!
¿Quién es mi adversario? ¡Comparezca ante mí!
He aquí que Yahvé es mi auxiliador.
¿Quién podrá condenarme?
He aquí que todos ellos serán consumidos como un vestido;
la polilla los devorará.
Quien de vosotros es temeroso de Yahvé,
oiga la voz de su siervo.
Quien anda en tinieblas y no tiene luz,
¡confíe en el nombre de Yahvé,
y apóyese en su Dios!


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